Confidencial de WindowsLos dos peores equipos de la historia

Raymond Chen

En marzo de 2007, cuando PC World desarrolló su lista de los 10 peores equipos de la historia, los dos primeros de la lista me llamaron la atención porque los usábamos en el trabajo. Bueno, "usar" es decir demasiado. Quizás debería decir que fui testigo de estos equipos, ya que pasaron la mayor parte de sus vidas productivas en la oficina de un empleado de Microsoft.

El equipo Barbie PC de la marca Mattel figuraba en el segundo puesto de la lista de PC World. Este equipo era una importante mejora en comparación con los equipos baratos disponibles en colores aburridos. No obstante, no era más que un equipo barato en un color aburrido en el que podían colocar pegatinas color rosa sobre la carcasa, el monitor, los altavoces, etc. También tenía preinstalado software con la temática de Barbie.

Compramos uno como equipo de prueba y, al menos, la pobre persona encargada de evaluarlo tuvo el sentido del humor suficiente como para realizarlo con un entusiasmo simulado. Colocó todas las pegatinas y decoraciones proporcionadas para asegurarse de que el equipo se instalase "como estaba diseñado". Se colocó en una mesa a la vista de todos para que cualquiera que pasase y viese el desastre rosa pudiese jugar con él.

El equipo Barbie PC sirvió como fuente continua de diversión. Cada vez que el equipo daba problemas y tenían que venir desarrolladores a la oficina para depurarlo, siempre se quedaban mirándolo o mostraban entusiasmo al darse cuenta del tipo de equipo en el que les tocaba trabajar. Me han dicho que un verano los becarios universitarios instalaron una copia de la versión Datacenter Edition de Windows Server® en el equipo de Barbie, sólo para divertirse un poco.

El primer puesto, o más bien el peor puesto, se concedió al equipo de Packard Bell. ¡Qué recuerdos! Para darles algunos ejemplos del maravilloso diseño de este equipo: la configuración de fábrica tenía todas las ranuras de expansión ocupadas. Quizás el fabricante pensó que el equipo era tan perfecto que nunca sería necesario actualizarlo.

En los días del proyecto de Windows® 95, un director ejecutivo compró uno para usarlo en casa e instalaba regularmente la última compilación de Windows 95 como parte del esfuerzo de usar los equipos de Microsoft. Como era de esperar, se produjeron todo tipo de problemas y, a menudo, tenía que llevarlo a la oficina para depurarlo.

El director de desarrollo del proyecto Windows 95 era un hombre inteligente con un enfoque increíblemente directo para solucionar los problemas. Por ejemplo, para asegurarse de que Windows 95 incluyera una amplia cobertura de compatibilidad de aplicaciones, fue a una tienda de informática y se compró una copia de todos los programas que había en la tienda. A continuación, puso el software sobre las mesas de la cafetería e invitó a los miembros del equipo de producto de Windows 95 a que se llevasen dos programas de software, con la condición de que instalasen y ejecutasen todo el software que se llevaban, y que registrasen los errores de todo lo que no funcionase correctamente, independientemente de la importancia del error. A cambio, se podían quedar con el software. La escena en el comedor era como un mercadillo, con las personas deambulando por las mesas en búsqueda del producto deseado y preguntando con entusiasmo a sus colegas "¿y tú, qué elegiste?".

Avergonzado por el número de veces que el director ejecutivo tuvo que traer su equipo para depurarlo, el director de desarrollo del proyecto Windows 95 tomó una vez más el enfoque directo. Fue a una tienda de informática y compró un equipo de Packard Bell idéntico al del director ejecutivo.

El hecho de que estos dos equipos existiesen ya era algo suficientemente grave; lo que empeoraba las cosas es que me encargaron a mí que instalase en el segundo equipo todas las compilaciones nuevas de Windows 95 y que depurase cualquier problema que surgiese. Así, cuando el director ejecutivo instalase la última compilación en su equipo doméstico, la compilación no daría ningún problema.

Si ha seguido la historia y ha atado cabos, tal vez haya observado que este plan tiene un obstáculo. Ya que no había disponible ninguna ranura de expansión en el equipo de Packard Bell, no se podía instalar una tarjeta de adaptador de red. Tuve que recurrir a otros medios tortuosos para obtener conectividad de red. Odiaba ese equipo con todas mis fuerzas.

Raymond Chen, The Old New Thing, y en su libro homónimo se trata la historia de Windows y la programación Win32. Los objetos que se muestran en este reflejo están más cerca de lo que parecen.

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